Tan agradable como se puede esperar de la primavera que quiere comenzar.
Volcar una taza y media tipo desayuno de azúcar, en un recipiente que irá sobre el fuego fuerte.
Mover continua y pacientemente con cuchara de madera para que se vaya convirtiendo en caramelo.
Queda de un precioso color homogéneo.
Apagar el fuego y echar 100 centímetros cúbicos de agua fría. Revolver muy bien, con cuidado.
Volcar en el molde en donde irá el postre y cubrir un poco sus paredes, con la espátula.
Acomodar gajitos finos de manzanas, con la cáscara para abajo, quedan paraditos en la medida de que el caramelo se va enfriando. Llevó tres manzanas. Reservar.
A tres huevos, agregarle 300 gramos de azúcar.
Batir muy bien con una batidora o licuar, es a elección.
Agregarle 270 gramos de buen aceite y una cucharadita de esencia de vainilla. Volver abatir bien o licuar.
Tamizar 300 gramos de harina leudante, mezclar muy bien.
El toque mágico: medio vaso de licor de café (o lo que nos guste, caña, brandy, oporto, mistela...) Mezclar muy bien, queda una pasta liviana pero no chirle.
Volcarla lentamente sobre las manzanas atrapadas en el caramelo, asegurándonos de que la pasta entre en todos los intersticios. No hagan lo que hice, que el molde me quedó chico, que el de ustedes sea un poco más grande, que les quede al menos tres centímetros de borde libre.
Luego de hornear durante 45 minutos en horno precalentado, los primeros 4 o 5 minutos al máximo, bajando a moderado el resto del tiempo.
Retirar del horno y esperar unos 5 minutos y luego volcar sobre una fuente sin desmoldar, hay que esperar 15 minutos a que se desmolde solo.
Queda hecho una pinturita. Tan rico calentito recién hecho como frío, al otro día.
Servir, si se lo desea, con crema chantilly hecha con un buen batido de 300 gramos de crema de leche, unas gotas de esencia de vainilla y sólo tres cucharadas de azúcar, queda deliciosa sin empalagar.
¡Buen provecho!
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