No hay edad para divertirse y cualquier excusa es buena.
Tarta envenenada de hongos.
Totalmente comestible, es una idea de aspecto tenebroso y muy sabrosa, "mortal".
Cortar en trocitos cuatro cebollas y picar dos dientes o tres de ajo.
Saltearlos con una cucharada de aceite.
Tiernizar a fuego moderado, tapado.
Condimentar al gusto con sal, pimienta, tomillo o lo que se quiera.
Cortar 400 gramos de champignones en fetas no muy finas.
Echar en la olla y cocinar unos pocos minutos, para que se integre al sabor del resto.
Forrar un molde con una tapa de masa de tarta. Cubrir con 200 gramos de jamón cocido.
Cubrir con una capa de 200 gramos de queso en fetas.
Volcarle el relleno cocinado de cebollas y champignones.
Tapar con la otra masa y pincelar con huevo batido.
Con otra masa más, cortar el cráneo y pegarlo sobre el huevo.
Cortarle los ojos y las fosas nasales, eso será la ventilación de la tarta cuando se cocine. Marcar los dientes con la presión del cuchillo. Pincelar con huevo el cráneo.
Hornear caliente los primeros minutos y luego bajar a mediano, más o menos media hora o hasta que se dore y quede bien vistosa.
¡Buen provecho!
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