Deliciosos para acompañar sandwiches, hamburguesas, carnes, o picar entre horas sin culpa.
Lavar y cubrir con abundante agua fría dos kilos de pepinos, preferentemente no muy grandes. Dejar en remojo seis horas o toda la noche.
Escurrir los pepinos y descartar esa agua. Cortarlos en rodajas de más o menos un centímetro de espesor.
Cortar en rebanadas finas dos cebollas grandes, luego de cortarlas por la mitad. Agregarlas a los pepinos.
Añadir 50 gramos de sal, 100 gramos de azúcar y 200 centímetros de vinagre blanco.
Mezclar muy, muy bien.
Condimentar con dos dientes de ajo machacados y picados, o en láminas si se lo quiere más suave. Una cucharada colmadita de perejil picado, orégano y ají molido (o pimienta) a gusto.
Mezclar muy bien y tapar, dejándolo al menos cuatro horas, removiendo nuevamente cada hora. La sal y el azúcar harán que los ingredientes suelten su jugo.
¡Soltaron bastante jugo! Colar todo muy bien y rescatar el jugo, colocándolo en una ollita.
Agregar dos cucharadas de aceite y hervir apenas cuatro minutos a fuego moderado.
Acomodar los pepinos en frascos o recipientes bien limpios y secos, no hace falta esterilizar.
Cubrir con el jugo caliente recién retirado de la olla y tapar, aún caliente, para que cierre bien. Esperar tres días para consumirlo, así toma buen sabor. Guardado en la heladera dura tres meses, si logramos ganarle a la tentación.
¡Buen provecho!