Ideal para la media estación, ni tan fría y dura como una ensalada, ni tan cocinada y caliente como una tarta tradicional. Crujiente y bajísima en calorías, altísima en sabor.
Aceitar apenas una tartera alta. Forrarla con una tapa finita de masa.
Cortar muy chiquitito o triturar o rallar gruesito un brócoli, un tomate (con cáscaras, semillas y todo), una cebolla grande, una zanahoria rallada, dos dientes de ajo, perejil, medio morrón colorado, una cebolla de verdeo con sus hojas en anillos finitos, dos zapallitos verdes redondos, todo muy pequeño. Se puede variar con zucchinis, berenjena, jamón cortadito, ustedes eligen. El brócoli, el tomate y la cebolla son la base.
Mezclar todo en un bol, menos la cebolla de verdeo.
Agregarle una cucharada de mostaza.
Adicionarle cuatro huevos grandes.
Unos 50 gramos de queso reggianito rallado, sal y pimienta a gusto.
Mezclar bien, debe quedar húmedo.
Acomodar en la tartera forrada y cubrir con los bonitos anillos de cebolla de verdeo. Batir dos huevos y volcarle encima distribuyendo.
Acomodarle laminitas finas de manteca de buena calidad. Hornear al máximo durante 15 minutos y completar los 45 minutos con horno medio.
El aroma es sumamente seductor. ¡Rinde mucho! Comer tibio o frío, de las dos maneras es deliciosa.
Guten Appetit!
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